15 agosto 2010

PLURALIDAD EN ASTE NAGUSIA

Tras muchos años de sequía festiva impuesta por la dictadura franquista, se ideó un modelo de Aste Nagusia en el que la fiesta, el desfogue, fuese el protagonista, y la participación su referencia. Se pretendía que no fuésemos meros "consumidores de fiesta", sino agentes activos que aportan y generan dinámicas festivas muy diversas, incluso desde perspectivas en muchos casos antagónicas. "Una fiesta no consta sólo de espectáculos -que éstos sí se pueden planificar- sino que principalmente es la creatividad de los que participan y su capacidad de transmitir el sentido lúdico lo que permite el bienestar y disfrute colectivo, la identificación y la solidaridad. Hay unos símbolos, unos gestos típicos de cada comunidad, un patrimonio complejo de ritos y formas cuya expresión colectiva es lo que conforma la fiesta. Creemos, pues, unos cauces adecuados en los que pueda manifestarse todo el rico caudal de la expresión popular y habrá fiesta" (de la propuesta de Txomin Barullo para la primera Aste Nagusia de 1978).



Arropadas por esta propuesta se crearon las comparsas, colectivos festivos que animasen a la fiesta por "su capacidad de arrastre en función de la potencia y calidad de su charanga y, en general, de la vistosidad de su presencia física". A la población le gustó este modelo, y estos grupos se ganaron el protagonismo y la simpatía popular. Las comparsas eran y son muy variadas; unas de barrios, otras formadas por personas de agrupaciones con diferentes sensibilidades, y dentro de cada comparsa se relaciona gente muy diversa, como no puede ser de otra manera en una sociedad abierta y plural.

Hoy, treinta y dos años después de la primera Aste Nagusia, hay muchas cosas que han cambiado notablemente: algunas comparsas han desaparecido, han surgido otras, hay otros actores, otros focos, otras demandas, otra oferta cultural… Aquella fiesta que surgió casi sin normas, espontánea, autogestionada, de espaldas al ayuntamiento franquista, es hoy un acontecimiento anual en el que se vuelca la población de Bilbao, de Bizkaia y que, incluso, atrae a muchos forasteros. Hay un amplio programa de actos con un elevado presupuesto que el Ayuntamiento -¿quién si no?- debe gestionar y regular con profesionalidad y buen tino político. Cada uno en su sitio: ni las comparsas legislan, ni los concejales tienen que ser necesariamente divertidos.

Nuestra labor como comparsas no consiste en estar en una constante pelea con el Ayuntamiento, o con sectores que no ven con buenos ojos el recinto festivo de txosnas. Muchas veces parece que sí estamos en ese pulso constante, como si por una parte estuviera el Ayuntamiento como un órgano represor que nos quiere ignorar, y por otro lado todas las comparsas a una, sin divergencias ni fisuras en defensa de la auténtica fiesta popular. Ese pulso no es compartido por todos. No todas las personas que formamos parte de las comparsas tenemos la autopercepción de que somos los sufridores de una imposición, de que somos los únicos defensores de la libertad de expresión, los defensores de lo popular, los defensores de los intereses de las personas que viven en Bilbao, y que frente a nosotros esté el Ayuntamiento, y algunos aguafiestas, ejerciendo de censores.



Durante treinta y dos años hemos estado presentes en el recinto festivo, aportando a la fiesta lo que cada cual ha sabido y podido, y esta participación ha sido siempre fruto de la negociación y del acuerdo en las diferentes comisiones de fiestas. Acuerdos basados no en derechos históricos inalienables, sino en que el saldo entre lo que se recibe y se aporta a la fiesta sea favorable a esta última, en definitiva, sea favorable a la ciudadanía de Bilbao en fiestas. Si no es así, las comparsas no tienen ningún sentido.

La polémica abierta con la actitud de Kaskagorri y Txori Barrote al exhibir carteles con fotos de presos de ETA, ha hecho que se dé un debate en las comparsas, en algunas un debate tenso, pues la diversidad de sensibilidades es amplia. La fiesta puede ser un momento propicio para recomponer las relaciones sociales dañadas, un buen momento para arreglar diferencias, pero también es transgresión de lo cotidiano, y por lo tanto un tiempo en que pueden tener cabida la crítica y la sátira, incluso la reivindicación. Los límites a todo esto lo ponen las leyes y las propias normas de convivencia dentro de la fiesta. Nuestra libertad, incluso en fiestas, linda con la de los demás y estos límites no son inmutables, sino que van cambiando con el tiempo. Lo que ayer se veía como natural, hoy puede estar injustificado, ser inoportuno, dañino o rechazable, y en un espacio público compartido nadie tiene el derecho a imponerlo. Cuando se traspasan los lindes cada uno debe asumir las repercusiones de sus actos. En caso de duda sobre si se vulnera la libertad de expresión, pues que decidan los jueces, que esa es su función, nos guste más o nos guste menos.

La presión por uniformizar la respuesta de las comparsas como si fuésemos víctimas de una injusticia y como si todas pensásemos de manera idéntica, ofrece una falsa imagen de la realidad, oculta la diversidad, merma la riqueza y representatividad social de nuestros colectivos y, en nuestra opinión, a largo plazo es muy contraproducente para los fines festivos que son nuestra razón de ser. Aste Nagusia no es patrimonio de nadie, y aunque desaparezcan actores, éstos serán reemplazados por otros, de otra manera, de otra forma, para que la fiesta continúe.

Defendemos una Aste Nagusia de todos los bilbainos y bilbainas, unas fechas donde todos podamos gozar, disfrutar, dar rienda suelta a nuestros sentimientos, sin ataduras, con total libertad. Las comparsas debemos seguir representando esa aportación festiva de participación, y con ello nos ganamos el reconocimiento de nuestros conciudadanos y nuestro espacio en la fiesta.

Así, Txomin Barullo se ha mostrado en contra de las medidas adoptadas en la Coordinadora de Comparsas. Ésta se encarga de los espacios y momentos comunes, tal como lo hace, pero una coordinadora no puede ser quien gestione el espacio propio de cada comparsa, pues como hemos dicho, cada comparsa es diferente y debe gestionar internamente con libertad su propia diversidad.

Por Aitor Urresti, Ángel Calvo, Anskar Gómez, Celia Marañon, Iñigo Castillo y Marga Vázquez. Txomin Barullo Konpartsa kideak

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