Poco a poco, en los barrios en los que se han asentado, "el mito de que los que entramos en los gaztetxes somos unos piojosos ha ido cayendo". "Tenemos nuestros estudios y somos gente del barrio. Los vecinos se están dando cuenta de que no somos unos liantes, simplemente queremos crear alternativas, que los jóvenes en lugar de ir a hacer botellón vengan a hacer cosas".
Esto se podía leer en un amplio reportaje que "Deia" ofrecía al "movimiento okupa de Bilbao".
Esos mismos que se han dedicado a imponer un nuevo símbolo sobre ese otro emblema que, de reciente creación, enorgullecía a todos los bilbainos y bilbainas, no se trata más que de una B de Bilbao entre dos huesos y que desde hace unos dias cubre todo aquello que está representado por el emblema de Bilbao.
Eso quiere decir que se respeta a los bilbainos y bilbainas desde este movimiento, digo yo.
"Los vecinos se están dando cuenta de que no somos unos liantes" afirman en la entrevista.
Yo conozco un triste ejemplo de un gaztetxe. El llamado "Sorgintxulo" del barrio bilbaino de Santutxu.
Este gaztetxe además de organizar otros acos, organizaba continuos conciertos de música los fines de semana a horas no muy agradables, produciendo un alto malestar entre los vecinos de alrededor y quejándose en numerosas ocasiones a la policia municipal.
"Quremos crear alternativas al botellón". Esa es otra de sus lindeces.
Esa es otra de las cuestiones en las que argumentaban los miembros de "Sorgintxulo" su existencia. Lo que pocos conocen es que dentro de este gaztetxe existía una taberna en la que se ofrecía alcohol y donde alguna que otra ambulancia tuvo que acudir más de una vez, no precisamente debido a las actividades de manualidades que se ofrecían en su interior.
El movimiento okupa puede okupar viviendas y lonjas vacias, con el permiso de su propietarios, lo que no puede hacer es invadir la propiedad privada, ya que esto no es un comunismo, sino democracia de mercado y ciertamente capitalista, mal que nos pese.
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