Pero, ¿conocemos algo de él?¿Sábemos quién fue?
San Valentín de Berriotxoa fue misionero, obispo y mártir bizkaino, nacido en Elorrio el 14 de febrero de 1827.
Eran tiempos de guerra y conmociones políticas.Cursó las primeras letras bajo el sacerdote don José Juan Echevarría y en la escuela primaria con el maestro don Antonio Convenios. Fue el momento de aprender la lengua castellana ya que todos los vascos tenían como lengua materna el euskera, como casi todos los niños de su tiempo. Estuvo durante cinco años de monaguillo en el convento de monjas de Santa Ana cuando tenía diez años de edad.
Su primera firma conocida es de 1842. El Padre Mendoza que decía misa en el convento de la Orden Dominica fue el primero en informar al muchacho de las andanzas misionales de los dominicos en China.
Despertada la vocación en el muchacho pronto tomó la decisión de ir él también pero ordenándose primeramente sacerdote. Para ello debería abandonar el taller de carpintería de su padre donde trabajaba. Era un momento de mucho trabajo en su casa. El padre se opuso terminantemente. Las misiones del Padre Estarta, franciscano, reafirmaron su vocación misional. Hizo voto de castidad.
A los 18 años de edad, siendo un joven alegre y decidido, sale ya en diligencia para el seminario de Logroño por pertenecer Elorrio entonces a la diócesis de Calahorra. Como estudiante fue muy inteligente y como compañero, muy comunicativo. Era 1845. Tres años más tarde, cuando cursaba el segundo año, tiene que suspender los estudios por dificultades económicas de su familia. Vuelve a Elorrio y sigue de carpintero durante treinta meses. Se le deniega una beca y pierde unas oposiciones para un beneficio de Elosua. Ha cumplido ya 23 años. Decide, junto con otro amigo, ir a Roma para solicitar la ordenación sacerdotal. Enterado el nuevo obispo, el navarro don Miguel José Irigoyen Dutari, le llama y le nombra Director-repasante del Seminario.
En el mismo año de 1851 se le ordena sacerdote a los 24 años de edad.
Ejerció Berriochoa tres años de sacerdote en forma desacostumbrada. Baste decir que después de la misa invertía en su acción de gracias cerca de una hora. Se recordó mucho en Logroño el sermón improvisado de 1852 en la Colegiata por la emoción que causó en su auditorio. Por la calle se convertía en noticia la predicación de "el Santo". El pueblo de Dios se anticipaba a los Tribunales eclesiásticos canonizándole.
Quiso evitar a sus padres una despedida dolorosa en su marcha hacia Toledo para formar parte de los Dominicos. Y se limitó a hacer una merienda en el locutorio de Santa Ana en compañía de unos pocos amigos. Se suele citar esta merienda porque notando alguien su emoción le preguntó a qué obedecía esa despedida. Berriotxoa, en son de broma, y quitando importancia a la cosa, contestó:
-Voy a hacerme santo para que tenga uno Bizkaia.Se rieron todos.
El 27 de diciembre de 1856 fue designado para ir a Asia,tardó cinco meses y dos días en llegar en el barco que le trasladó hacia su destino.
Inmediatamente se puso a aprender la lengua anamita y las costumbres de Tonquin a donde había sido destinado. Sale para Macao y su misión. En ese momento el rey Tu-Duc perseguía sanguinariamente a los misioneros que vivían escondidos en cuevas y chozas. Acababan de decapitar al vicario apostólico y a un misionero indígena. Había destruido y quemado las pobres iglesias, colegios y beateríos levantados con tantas penalidades. Según una carta fechada en Macao da la cifra de 150.000 cristianos para el Vicariato de Tonquin.
La vida en la misión era de sobresalto. Por este motivo la consagración episcopal de Berriotxoa se llevó a cabo en un cuartucho prestado por un indígena de la aldea Ninh-Kuong. Asistieron solamente el consagrante y cinco compañeros. Inmediatamente, para salvar la vida y poder atender a los fieles si la misión era arrasada se trasladó a la aldea Kien-Lao.
Su sentido del humor, muy suyo, se deja ver poco después cuando escribe otra carta a su madre diciéndole que vive en un "magnífico palacio" de tejado de paja, paredes de tierra y puertas de caña.
La labor verdadera de Berriotxoa es invisible, callada, diaria, de todas las horas del día y buena parte de la noche en un denso periodo de actividad misional y educacional comprendido entre 1858 y 1861. Su humanismo no es horizontal y cerrado sino ascensional y abierto al más allá. Este humanismo misional es poco conocido porque concibe a la vida entera, sin mutilaciones, en función de Dios. Las misiones enseñan a mejorar la vida económica llevando nuevas técnicas y enseñando aplicaciones que desconocen, enseñan los conocimientos más elementales de la escuela y difunden el sentido cristiano de la justicia e igualdad de los hombres.
Un nuevo decreto del rey de la zona manda arrasar toda la comarca cristiana.
Ante esa situación se le recomienda a un tal Khang-Kap, persona influyente pero no cristiana. Este les acoge amablemente y les delata al gobernador después de acompañarles hasta un arrozal ofreciéndoles por guía para huir a un pariente suyo.
Enorme gentío presenció la llegada de Berriochoa y el grupo de misioneros a la capital. Delante de la prisión habían colocado una enorme cruz para que la pisotearan.Ante la negativa decidieron retirarla. (¿No les recuerda esto un poco a la escena de "Braveheart" donde este es juzgado y posteriormente decapitado ante el pueblo?)
Dispuso el tribunal que fueran encerrados en jaulas pequeñas individuales donde solamente pudieran estar en cuclillas.
Tuvieron todavía un nuevo interrogatorio en el que se les pedía que renegaran la fe cristiana. Ante la negativa son condenados a muerte.
Fueron atados los presos a estacas clavadas en tierra y decapitados después de una hora de oración, que se les había concedido como gracia. Entre la multitud, silenciosa, había cristianos clandestinos.
Los cuerpos permanecieron de momento insepultos hasta que unos cristianos se atrevieron a recogerlos y enterrarlos. El 17 de junio de 1867 fueron trasladados a Filipinas y el 7 de junio de 1886, llegaba el cuerpo de Berriotxoa a Barcelona a bordo del vapor Isla de Luzón, capitaneado por el bizkaino y mundakés don Ramón de Mendezona.Muchos vizcaínos se habían trasladado a la ciudad condal.
Sabino de Arana y Goiri, allí presente, hizo colocar esta inscripción: "Berrio-Otxoa Barzelona'ko Euzkaldunak. 1886'garren urtean Bagillan". De ahí fue enviado a Elorrio el cuerpo de Berriochoa recibido en medio de una fiesta excepcional en la que se hallaba representada toda Bizkaia. Finalmente fue depositado en la iglesia parroquial convertida desde este momento en centro de peregrinaciones.
La causa de beatificación fue introducida en la Sagrada Congregación de Ritos el 22 de abril de 1902 y ya el 20 de mayo de 1906 terminaba felizmente. En 1951 se iniciaron los primeros pasos hacia su canonización y en 1952 Roma reasume la causa. El 19 de Junio de 1988 fue canonizado por Su Santidad Juan Pablo II, convirtiéndo se así en el Primer Santo Bizkaino, tal y como el había predicho años atrás en la merienda de despedida con sus amigos.
Fuente: Euskomedia.
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