Hoy hablaremos del txikito.
Del vaso, no de la cantidad.
Ya practicamente no se oye ya por las tabernas de la Villa la petición al tabernero de: "un txikito, mesedes"
Los zuritos y los vinos "bien" los han ido sustituyendo poco a poco y ya practicamente nadie recuerda que la frase txikito no proviene de la cantidad , pero tampoco del vaso en sí.
Cuentan que en los años 20 del siglo pasado se acercó por la Villa, de visita oficial, la reina consorte Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, acompañada por sus hijos Carlos y Luisa.
Las autoridades de la época engalanaron el Botxo de lamparillas de cristal con un diseño especial.
A los bilbainos les hizo gracia esta ocurrensia y crearon para tal fin una canción popular que decía algo así como:
"Disen que viene Erregna, visitar Bilbora, la principe txikito con ella venerá... a la entrada del puente y en la mitá, mitá, han ponido farolas...")
Cuando concluyó el viaje oficial, las autoridades pensaron que aquellas lamparitas podían tener algún uso y les repartieron entre los hosteleros de la Villa.
Así los taberneros las usaron como vasos ,echando en ellas una medida justa, y aprovechando su peso para que a los bilbainos "no les temblara la mano" al beber.
El tabernero solía rellenar estos recipientes de cristal con una jarra de porcelana de metal esmaltado blanco para así mantener el vino fresco.
Las dimensiones de los "txikitos" eran exactas:
Grosor del borde del vaso: 5 centímetros.
Peso del vaso: 623 gramos
Altura: 9, 5 centímetros
Diámetro: 6 centímetros
Altura de la Base: 5,5 centímetros
Altura del cuenco: 4 centímetros
A pesar de que los txikitos van desapareciendo a la misma velocidad que los osos navarros, quedan todavía algunas tradiciones que intentan recuperar este mítico artilugio.
Una cofradía de txikiteros del Casco Viejo bilbaino, ayudado por diversas instituciones y organizaciones, elaborar todos los años una fiesta de txikiteros que culmina con la Salve a la Amatxo de Begoña, festividad que coincide con el 11 de Octubre, Dia de la Amatxo.
La imagen procede de las láminas publicadas por Tomás Ondarra en la colección "De Bilbao de toda la vida".