Si hay algo que tiene Aste Nagusia es que transforma a la gente. ¿Te pisan? No pasa nada. ¿Te tiran kalimotxo a la camiseta blanca? No pasa nada.
Hay un buen ambiente increíble y eso se contagia.
Tal es así, que cuando uno se pone a bailar, de repente te puedes encontrar que un montón de gente te sigue, creándo una coreografía estupenda y todo de forma casual.
Eso es lo que pasó ayer, y según me han comentado, desde hace algunos dias.
Serían sobre las 12 de la noche y se pusieron a bailar unos cuantos, de cerca les seguían un grupo de niños pero, justo detrás un montón de gente que de forma voluntaria se unieron a la fiesta a seguir las coreografías de estos artistas.
¡Magnífico ambiente, si señor!
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