10 abril 2012

Un espacio para Euskadi en Europa

El domingo, día de Aberri Eguna, el Partido Nacionalista Vasco renovó su compromiso de 1932. El compromiso con la resurrección de la patria vasca que el lehendakari Aguirre expresó en aquel primer Día de la Patria Vasca. Un compromiso de libertad, solidaridad, desarrollo y paz definitiva. Un compromiso con nuestros valores. Un compromiso con una Euskadi dueña de su propio destino. Una Euskadi en plena igualdad con el resto de naciones europeas. Una Euskadi nación europea.

Este año, la festividad del Aberri Eguna ha tenido unas características que la han hecho muy especial. Ayer me refería a ello en la Plaza Nueva de Bilbao. Este año se cumple el 75 aniversario de los bombardeos de Durango, Eibar, Bilbao, Gernika y casi medio centenar de localidades vascas. Los primeros bombardeos indiscriminados contra la población civil, que comenzaron un año antes en Otxandio. Bombardeos que abrieron una etapa negra de represión, castigo y asesinato. No lo olvidamos. Tampoco olvidamos a quienes en nombre de nuestra patria han practicado la violencia asesina e inhumana. La violencia de la dictadura y la violencia de ETA envilecieron las causas nacionales que decían defender. Solo han dejado muerte, dolor, odio y condicionamiento de la vida social, económica, cultural y política de nuestro pueblo. Hoy, el PNV vuelve a reiterar el compromiso con la paz. Con los principios y valores democráticos. Con el respeto a los Derechos Humanos.

Hemos vivido el Aberri Eguna en guerra, bajo la dictadura, bajo la amenaza y práctica del terrorismo. Ahora vivimos el Aberri Eguna de un nuevo tiempo. Un nuevo tiempo que constata el fracaso estrepitoso de la estrategia político-militar, el fracaso de la sumisión de la política a la violencia. Y el fracaso de una estrategia evidencia el éxito de la otra.

Nuestro partido se ha mantenido en sus convicciones democráticas. En el respeto escrupuloso a los derechos humanos. En el rechazo a ETA y a cualquier tipo de violencia. Hoy proclamamos que estamos orgullosos de lo que hemos hecho. Y de lo que hemos defendido cada uno de los casi 117 años de historia de nuestro partido.

Nacimos con el objetivo de recuperar la soberanía de nuestro Pueblo. Y nacimos con vocación de liderar el desarrollo de Euskadi. Y hemos sabido adaptarnos, sin perder nuestras raíces y nuestros principios éticos, políticos y democráticos. El cambio es algo innato al ser humano y a las sociedades. Y la sociedad vasca, desde que tenemos conocimiento científico, ha estado en continua evolución. A veces, ha podido llegar a ser que nuestra propia mitología -y los mitos los necesitamos todos, todos los pueblos- haya cuestionado el innegable carácter evolutivo del Pueblo Vasco.

En ocasiones hemos sostenido -por carácter defensivo frente al nacionalismo hegemónico básicamente- el mito de que el pueblo vasco fuera algo inmutable a lo largo de la historia. Sabemos que no es así porque, cuando por ejemplo nos trasladamos a Aralar, a Gorbeia o a Aitzgorri y nos encontramos con la cultura pastoril, reconocemos similares dólmenes o monumentos megalíticos a los que pueden hallarse en Carnac (Bretaña), Stonehengeen (Reino Unido) o en Cornualles. Eso indica que, ya hace cuatro mil años, existían unas corrientes culturales comunes en todo el occidente europeo. Cuando volvemos la vista a la lengua vasca, el euskera, y se observa el origen de algunas palabras -sin que ello condicione la realidad de la identificación del euskera como idioma preindoeuropeo-, palabras tan autóctonas como nuestro pagoa o fagoa - qué árbol más autóctono que el haya- encontramos que la propia raíz etimológica de la palabra proviene del latín -fagus-, lo que identifica la influencia que hemos tenido históricamente también de la cultura y lengua latina y la adopción y adaptación continua que hemos hecho en y de nuestra vida.

Lo hemos dicho en el Manifiesto de Aberri Eguna. Lo vasco ha evolucionado, se ha enriquecido , adaptando su identidad a lo largo del tiempo. La clave de la subsistencia de lo vasco ha sido, precisamente, su dinamismo. Saber adaptarse firme en sus raíces. Aquello que, vivo y en contacto permanente con la evolución, no sabe adaptarse; muere... Y hemos sabido adaptarnos y liderar a una sociedad que hasta hace tres años era una de las más desarrolladas y solidarias del mundo. Euskadi ha sido ejemplo de desarrollo, bienestar, sostenibilidad y solidaridad en el mundo.

Quien ha guiado el avance de Euskadi como nación es el PNV. El motor siempre en marcha y Euskadi siempre adelante. La voluntad de nuestro pueblo es la que legitima nuestro autogobierno y nuestros derechos. Este es el compromiso y el objetivo del PNV: La construcción nacional y social en positivo.



Euskadi es parte de un mundo abierto y global. Las ramas y las hojas abiertas al mundo, asentadas sobre nuestras raíces. El éxito en este mundo abierto pasa por las realidades cercanas bien gestionadas. Nuestro proyecto de identidad nacional impulsa el desarrollo económico y competitivo. Nuestro proyecto es la Nación económica, desarrollada, con oportunidades para los jóvenes, con inversión, con proyectos de modernización y progreso, con un compromiso por la justicia social. Y todo esto desde el convencimiento y la constatación de que nuestro proyecto significa cohesión social y solidaridad. Raíces. Identidad. Apertura. Desarrollo económico. Oportunidades. Cohesión social. Solidaridad. Y no son palabras huecas. Lo hemos demostrado en estos últimos 35 años. El futuro es una Euskadi avanzada, abierta y desarrollada. Y esta Euskadi pasa por la recuperación de un gobierno comprometido con este país. Con voluntad y capacidad para liderar la institucionalización progresiva. Ocupado cada día en la mejor formación posible. En dar respuesta a los retos económicos. Un gobierno ocupado en hacer crecer la economía vasca, aquí y fuera de aquí. Un gobierno que responda a las aspiraciones políticas de este país. Un gobierno liderado por un lehendakari que piense y esté en Euskadi. Un lehendakari que celebre el día de su Patria.

Ha terminado la fase de un gobierno indolente. Necesitamos que el país vuelva a funcionar como lo hizo siempre. Con sacrificio. Con trabajo. Con ingenio. Con voluntad. Con afán de superación. En estos tres últimos años, unos han tenido la oportunidad de demostrar que sabían gobernar. Y su falta de compromiso, de rigor, de ideas, ha dañado seriamente la solvencia y la seriedad de nuestras instituciones. Han echado por tierra 30 años de trabajo bien hecho y de salud económica. Han convertido los ahorros en números rojos. El crecimiento, en recesión. Y el bienestar compartido, en una incertidumbre de preocupación creciente.

Otros regresaron al mapa institucional tras estar encorsetados en una burbuja de aislamiento. Enganchados al victimismo permanente y al alumbramiento de un nuevo tiempo sin tutelas forzadas, emergieron con fuerza y brío. Y llegaron a una realidad que ellos mismos habían negado e incluso combatido. Nos quisieron hacer creer --y con alguno quizás lo consiguieran- que el mundo comenzaba con ellos. Que hasta entonces nada se había hecho. Y en su impericia creyeron que el día de la revolución había llegado. Como si la Euskadi del siglo XXI fuera la Nicaragua sandinista. Gobernar a golpe de consigna y sin calcular las consecuencias de sus actos, pero de reflexión en reflexión hasta la parálisis total. Las empresas, los proyectos que aguardan el impulso institucional para hacer frente a la crisis se desesperan ante la soledad dictada por unos dirigentes institucionales más preocupados por la pancarta que por la gestión.

Este país no está ni para perder el tiempo ni para experimentos ocurrentes. Este país necesita recobrar nuevamente la confianza en sus gestores. Necesita fijar nítidamente su rumbo y poner un pie delante del otro para volver al camino del progreso. Y el progreso para nosotros es construcción nacional y construir Euskadi es ayudar a nuestras empresas a encontrar nuevos mercados en el ámbito internacional. Es apostar decididamente por la innovación, por la tecnología, por el conocimiento. Por volver a ganar músculo. Por recobrar unas cuentas públicas fuertes. Construir Euskadi es seguir defendiendo el Concierto y Convenio Económico y ubicarnos en el sistema financiero, económico, fiscal, educativo europeos. Es decidir. Decidir en el día a día para forjar una decisión con mayúsculas más adelante. Esta es la Euskadi que defiende y proclama el Partido Nacionalista Vasco. Una Euskadi soberana. Dueña de su propio destino. Una Euskadi ejemplo de paz, desarrollo, bienestar y solidaridad en todo el mundo. Una Euskadi nación europea. Un espacio para Euskadi en Europa. Para la patria de vascos y vascas. Nuestra patria. Nuestra única patria.

Por Iñigo Urkullu, Lehendakari del EBB de EAJ-PNV.
Publicado por DEIA. (2012/04/09)


Bookmark and Share

No hay comentarios:

Publicar un comentario