Algunos parecen tener nostalgia de tiempos pasados.
Lo ocurrido hoy en Bilbao se llama sabotaje al pequeño comerciante.
Nada tenía que ver el FMI, Rajoy o no se qué yo.
Grupos organizados de jóvenes han llevado a cabo acciones vandálicas contra numerosos bienes urbanos.
Autobuses destrozados, marquesinas pintadas, papeleras destrozadas, contenedores quemados...
Este tipo de acciones no tienen ningún sentido, pero menos tienen las llevadas a cabo contra los viandantes que reprochaban la actitud de estos energúmenos, o los ataques violentos que se han desarrollado en el Casco Viejo bilbaíno por la tarde.
Las agresiones a algunos comerciantes así como el robo perpetrado en algunos comercios no reivindican nada más allá de una situación decadente y triste en la que se ven inmersos estos jóvenes sin futuro alguno ni sueños que cumplir.
La satisfacción de ver quemar un contenedor y arrojarlo en medio de la carretera para organizar un caos circulatorio y una alarma social mayor que la que organizan los que hoy estaban reunidos en el Guggenheim no hace más que asimilarlos, de tal forma que aquel que ignora el sacrificio del prójimo puede ser de alta o de baja alcurnia.
Los que han destruido parte de la ciudad intentando dar a entender que lo hacían contra aquellos que acosan al trabajador no han hecho más que acosar a los trabajadores.
Aquellos que decían que lo hacían contra el robo que llevan a cabo los reunidos en el Guggenheim no han hecho más que robar prendas.
Dicen ser los salvadores, antes de la patria, ahora del capitalismo pero no hacen más que ser igual que ellos.
Se han convertido en la imagen del miedo y del rechazo general. Escoria humana.
Mañana el presidente del eurogrupo se levantará descansado y la presidenta del FMI también.
Los que han organizado todo el caos de Bilbao seguro que, al igual que los primeros, también habrán descansado.
Los barrenderos, los limpiadores, los encargados de colocar de nuevo el mobiliario urbano, las dependientas que se encargarán de realizar inventarios en los comercios y de reponer y ordenar toda la ropa, con el mismo sueldo bajo que antes, el tabernero que ha perdido el sueldo de la tarde al ser autónomo. Todos estos no lo harán. No descansarán.
Triste día el de hoy en Bilbao
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